domingo, junio 19, 2016

Asado con arroz desabrido

Curiosa celebración del Día del Padre ésta. Para el mes de mayo son todo reconocimientos y restaurantes y rosas y chocolates. Para Junio son todo reconocimientos y cerveza y herramientas; y un alcalde desubicado (El alcalde de Paredones) agregó niñas colgando de caños.

Pero atengámonos a los hechos:
1. Puedo configurar cualquier aparato electrónico por intuición: Smart TV, router, portón eléctrico, impresora, equipo de sonido; puedo cablear un TV con el DVD con el D-Box con el PlayStation con el Hi-Fi y hasta puedo activar el despertador... pero no logro entender el panel de la lavadora ni con el manual.


2. El día del asado me luzco con el huachalomo, punta de ganso, lomo vetado, costillar, machas a la parmesana, choripán... pero el arroz me queda desabrido y los fideos pegoteados.


3. Puedo soportar un martillazo estoicamente sin decir improperios (al segundo martillazo no respondo por los daños psicológicos al diccionario), puedo soportar el sol moviendo cajas o tirando pala, soportar con valentía un corte o un golpe de alguna herramienta... pero el mundo se cae a pedazos cuando me ataca el inmisericorde resfrío.


4. Tengo buen ojo para cortar madera y hacer algunos artilugios útiles, instalar colgadores en la pared, cambiar golillas y gomas del baño y cocina, destapar cañerías, resolver problemas sencillos del automóvil, arreglar un enchufe, armar un estante o un velador... pero mi escritorio es un soberano desastre... y pobre del que arregle ese desastre.


5. Puedo soportar el olor nauseabundo de un alcantarillado, meterme al techo a sacar bichos muertos, enterrar una mascota muerta hace días... pero el olor del pañal me provoca arcadas paralizantes.


6. Puedo calcular al ojo si un mueble cabe o no por una puerta, predecir cuántos metros de cable necesito, cuántos galones de pintura, cuántos clavos... pero no hay caso con la plancha.


7. Puedo echarme al hombro un saco de lo que sea, levantar un mueble, mover un auto, levantar en vilo una maleta... pero me aterra tomar en brazos un recién nacido.


8. Puedo dejar mi auto impecable, encerado, aspirado, afinado y con un adornito sencillo y elegante, elegir la corbata adecuada y los zapatos correctos... pero los chapes y moños me quedan chascones y la ropa de mis niñas no combina.


9. Puedo soportar una discusión con un vecino o con un jefe, una pelea con un colega, una desaveniencia con un amigo o enojo con un familiar... pero me desmorono con la enfermedad de un hijo o las lágrimas de una hija.


10. Puedo responder ingeniosamente a las tallas y bromas de mis pares... pero quedo mudo ante las frases para el bronce de mis hijos.


11. Puedo calcular cuánto me demoro en hacer cualquier trabajo o recorrer una distancia, puedo estimar el largo de un proyecto con un mínimo margen de error... pero no calculé lo rápido que crecen mis hijos.

Fui un joven anti-bebé... hasta que supe de la llegada de mi hijo mayor; fui un hombre anti-princesas... hasta que llegó mi hija del medio; fui un padre exigente y algo inflexible... hasta que llegó mi hija menor. Tres personas... tres cambios profundos.

Un saludo a todos quienes me acompañan en esta tarea de ser padre.

Leonardo.

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